Este Martes 18 de Septiembre, Carlos Casalla en el Auditorio del IFDC de El Bolsóna las 18:30 horas, charla y  presentación de un video
Carlos Casalla


Las historietas de Carlos Casalla se convirtieron en la lectura habitual de varias generaciones de argentinos. En la época de gran auge del género, en las décadas del ‘70 y ‘80 la Editorial Columba editó innumerables aventuras; y las que mejor caracterizaban aspectos de la cultura argentina eran “las de Casalla”.
“Crónicas de un porteño viejo” describía en memorables relatos gráficos el suburbio, con sus empedrados, tranvías, vestimentas y cierta cadencia musical. “Larson”, “El cosaco”, “Chaco” y muchos otros personajes hicieron popular un estilo, con sus caballos característicos y continuas escenas de acción.
Pero mucho antes ya el célebre “Cabo Savino” vivía en las páginas de las publicaciones de Columba. Durante 33 años mostró un relato casi literario de la lucha entre el pampa y “milico”, cuando el Gobierno Nacional buscaba expandirse y ocupar “el desierto”. La historieta no pretendía instalar un planteo ideológico sobre el tema; mas bien era una lucha heroica con “buenos” y “malos” que buscaba entretener con temas criollos a jóvenes y a adultos. Casalla siempre bromeó con el hecho que Savino no fue ascendido en 33 años, a pesar de sus permanentes actos heroicos y su honestidad a toda prueba.
Instalado en Bariloche Carlos “Chingolo” Casalla siguió trabajando como historietista (para editoriales de Buenos Aires y de Italia) y como ilustrador de temas criollos, dándole un tinte más regional a sus dibujos. Por encargo de Parques Nacionales ilustró parte de la historia patagónica con su personal estilo para la Pinacoteca de la institución. Participó en exposiciones de artistas plásticos y, cuando le fue posible, dio rienda suelta a su amor por el jazz. El dibujante Norberto Gandini y el caricaturista Hermenegildo Sábat lo ayudaban “a despuntar el vicio”. .
Y en algún momento las historias vividas que surgían en las conversaciones con pobladores de la zona, amigos, memoriosos de anécdotas de hechos ocurridos en la zona del Nahuel Huapí, o sugerencias de amigos como Manolo Puente de lo bueno que sería “dibujar la historia” local, lo llevó a crear y desarrollar una gran fábula en un libro que denominó “El Gran Lago”. A fines de 1994 lo presentó en el Salón Cultural de Usos Múltiples Municipal. Hoy es material de consulta en escuelas de la ciudad. A comienzos del año 2001 avanzó un poco más y “contó” una buena parte de la historia zonal en un mural. Esta vez es un solo gran cuadro, sin globitos y con personajes que “hicieron” esa historia. 
Y no hace mucho aceptó el convite de un emprendimiento comunitario e ilustró el “Martín Fierro”, para que una ONG local financie un programa de contención de jóvenes .




Fuente: Juan Vargas; http://www.galeriapremier.com.ar/articulos/9_casalla/artista.htm

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