Cartas extraordinarias. Una conversación con el docente Daniel Prieto Castillo




por Claudio Barrientos Agustinho
“Esta carta no la escribí nunca, pero sé que ustedes la leerán infinitas veces, cada vez que intenten entender quién fui o quise ser. A ese enigma me he enfrentado yo mismo muchas veces, sin encontrar más respuesta que el dibujo que agregan las rayas de un tigre a una jungla negra. A esas horas de enfrentamiento con el misterio las he llamado escribir. También: confiar en el diseño inexplicable (pero no incomprensible) de la vida”,
dice María Negroni encarnando a Emilio Salgari, jugando a ser él, en su fascinante libro Cartas extraordinarias. Me pareció oportuno comenzar con ese juego de imágenes superpuestas esta conversación con Daniel Prieto Castillo, un educador de amplia trayectoria que nos invita a poner en foco la palabra en educación. Daniel es docente y escritor. Desde 1995 a 2017 dirigió la Especialización en Docencia Universitaria, dependiente de la Facultad de Filosofía y Letras de Universidad Nacional de Cuyo. Trabaja desde hace más de diez años en el posgrado Especialización en Entornos Virtuales de Aprendizaje, ofrecido por Aprende Virtual, Instituto Latinoamericano de Desarrollo Profesional Docente. Se trata de estudios a distancia con estudiantes de distintos países latinoamericanos. Tiene a su cargo el curso de Planificación, Seguimiento y Evaluación de Proyectos.
Al comienzo de la charla Daniel hace referencia a una nota anterior en nuestra página, una entrevista a Gabriela Asinsten, coordinadora del departamento de TIC del INFD.

-Te decía que me gustó mucho la entrevista que le hiciste a Gabriela. Qué bueno leerla, dice cosas interesantísimas ahí con respecto a lo que está pasando, con este viraje forzoso a la educación a distancia ¿no? Bueno, mi punto de vista es que los educadores están mal construidos desde el punto de vista de la posibilidad de la palabra. Si a mí me preguntan a qué me dedico digo yo soy educador. Y eso significa que como profesional me voy a capacitar, perfeccionarme en lo que yo trabajo, la comunicación y educación.Pero además necesito perfeccionarme como narrador oral y en la escritura. Son los recursos iniciales más cercanos que tengo para la comunicación. En 1986, 1987, empezamos a trabajar para acompañar la formación para que los profesores, que veníamos capacitando en docencia universitaria, se construyeran como autores de obra pedagógica, desarrollar la capacidad de escribir para los estudiantes. Con Francisco Gutiérrez Pérez armamos un propuesta que llamamos el texto paralelo, que supone que a medida que uno va haciendo el posgrado va construyendo un texto con lo que va aprendiendo, en el que a la vez va reflexionando sobre sí mismo. Una especie de juego entre el conocimiento, los conceptos, las ciencias y lo subjetivo de esa persona en relación con lo que está enseñando. Bueno, es un tema del que podríamos hablar en extenso, se aplicó en muchos lugares y es una propuesta a la que se le ha dado mucha importancia. En esa escala hemos comprobado que obra pedagógica se produce poco en la universidad, poco en el secundario y muy poco en la escuela primaria.

-Cuando trabajamos con niñxs pequeñxs, en el ámbito del jardín maternal por ejemplo, vemos con claridad la importancia de la palabra y sus usos, también del lenguaje corporal, sin duda; pero pensando en la oralidad, cuando interactuamos con bebés que están aprendiendo a caminar a nombrar el mundo a reconocerse, ese momento de las primeras construcciones como seres humanos que estamos inaugurando nuestra vida, son muy fuertes y me parece necesario transmitir esto en la formación docente. Hay cierto abandono de la importancia de la palabra, de lo que se nombra, de cómo se nombra. A través del lenguaje vamos construyendo mundo, nos vamos construyendo a nosotros mismos. En la formación docente se recupera esto, aunque a veces parezca poco, siento como si en este aspecto tuviéramos una deuda.
Me acordé de la charla con Gabriela Asinsten, ella se preguntaba cómo estarían lxs estudiantes reconstruyendo la institución a través de la virtualidad. Y resulta revelador cuando vemos esto en relación a las infancias y esta construcción que es la escuela. ¿cómo estás pensando este momento?

-La pandemia lo que ha sacado a la luz es una gran cantidad de grandezas de la presencialidad, pero también no pocas miserias. A mí me gusta jugar con un término, cuando hablamos de educación a distancia, ¿a distancia de qué? Nosotros podemos pensar un sistema  y pensarlo a distancia del autoritarismo, a distancia de la clase expositiva que no da lugar al diálogo. Entonces podemos decir dime qué hiciste en la presencialidad y te diré que harás a distancia. Si uno en ese camino ha sido pobremente apropiado o maravillosamente apropiado, ha sido alguien que no ha podido comunicarse, relacionarse con los seres que tiene adelante, eso se va a repetir en la educación a distancia. Con un agravante: que el momento tan complicado que se vivió hizo que el sistema cargara sobre los hombros de maestras y maestros la responsabilidad de resolver la distancia. Cuando de una manera institucional sería planificado, trabajado con mucho tiempo para ir más allá de las paredes del aula. El posgrado que dirigí hasta 2017 es totalmente a distancia, pero con una comunicación muy muy fuerte. Con mucho cuidado en todas las formas de comunicación, y con mucho trabajo sobre los textos, todo está hecho en un lenguaje de acercamiento. Y esto no significa simplificar la información. Y con énfasis en que esx docente recupere su propia experiencia y la revise desde el punto de vista comunicacional. Pensemos que a veces en la presencialidad podemos tener una relación muy distante, incluso de maltrato.

-Hay una escritora, pensadora colombiana, Yolanda Reyes, que caracteriza a lxs niñxs como oidores poéticos. Esa percepción se va perdiendo en los recorridos académicos. Esto de pensar al otro como oidor poético que merece que estemos en esa sintonía, con esa sensibilidad. ¿No se va perdiendo empatía?

-Carlos Restrepo, otro autor colombiano, tiene un libro maravilloso, para la educación universitaria, que se llama El derecho a la ternura. Imaginate eso en el contexto universitario, ¿cómo alguien va a ir a plantear en la formación universitaria esta cuestión de la ternura? Es interesantísimo justamente porque pone en juego cuestiones que parecen lejanas a ese espacio educativo. Lo que supone también la cuestión poética. Nosotros hablamos de mediación pedagógica. En el ser humano todo está mediado, el sexo, la comida… como decía George Steiner, el ser humano es el único animal que antes de comer no come. Pone la mesa, cocina, ¿no? Todo está mediado en el ser humano y la institución mediadora por excelencia es la escuela. En la escuela puede haber educación cuya mediación no va en la orientación que estuvimos comentando. Distancia, maltrato, pobreza expresiva para comunicarse con los estudiantes. Entonces nosotros decimos que no alcanza con ser mediadoras, necesitamos una mediación pedagógica, que promueve y acompaña aprendizaje. Las educadoras, los educadores tenemos todo lo que ha hecho el ser humano para mediar, todo el universo infinito de la cultura para mediar, para sacar de allí elementos para hacer pedagogía. Esa cultura tiene una línea maravillosa poética, el relato que nos acompaña desde los comienzos de la humanidad. Pensando en la Biblia como un texto de comunicación religiosa, como el Corán o el Popol Vuh, si esa comunicación se hubiera revelado en un tratado de teología no habría cristianos. A través de las narraciones, la historia, hay un camino poético maravilloso para trabajar. La arquitectura. En México tuve la experiencia de trabajar con arquitectos y darme cuenta de cómo veían la generalidad, pero también la capacidad para los detalles, para afinar la percepción. La cultura es una cantera maravillosa. Hay que insistir de apropiarse, de acompañarse.

“Todas las formas de violencia tienen en común la intolerancia a la diferencia y la resistencia a permitir su aparición y crecimiento. La escuela es violenta cuando se niega a reconocer que hay procesos de aprendizaje divergentes que chocan contra la estandarización que exige de los estudiantes. Somos violentos cuando la homogeneización nos hace desconocer que el mayor patrimonio con que cuenta la vida y la cultura es la diversidad, el impresionante y nutrido abanico de las diferencias del género humano.” Carlos Restrepo, El derecho a la ternura.
-Estuve leyendo un texto donde trabajás con el Popol Vuh, tomando la figura del arquitecto ¿cómo fue el abordaje de la otredad a través de esas imágenes?

-Hay textos que, como educador, además de gozarlos voy pensando en cómo los voy a utilizar para mi labor educativa. Elementos que voy a poner en juego a la hora de crear algo, de producir algo. Hay un poema de Pedro Salinas que se llama Cero, lo escribió por el lanzamiento de la bomba atómica, un texto profundo que he releído docenas y docenas de veces, y que me acompaña desde hace muchos años, y que está presente en lo que escribo, como por ejemplo ese texto reciente sobre el Popol Vuh. Yo hago escritura para comunicarme, no dejo de lado las cuestiones duras, epistemológicas, pero escribo para la comunicación. Entonces ese texto está construido con esos saberes que fui adquiriendo. El Popol Vuh me deslumbró, y la experiencia centroamericana en torno a esa cultura.
Estamos en la pandemia, yo no pensé que me iba a tocar ver y vivir y sentir esto. Esa presencia constante de los temas que me han atraído siempre, la incertidumbre, lo imprevisto; entonces cuando apareció esto yo estaba como shockeado, en dos meses no pude escribir nada. Escribí ese texto y no encontraba el tono. Era fundamental en ese texto el trabajo sobre la otredad. No podía ponerme a escribir que íbamos a salir de esto e íbamos  a ser mejores, más buenos. Y volví al Popol Vuh.

- Sí, es hermoso cuando encontramos esos textos que nos conmueven y que luego nos van a acompañar durante la vida. Me pasó con Peter Handke. Cuando vi la película Las alas del deseo, dirigida por Wim Wenders, primero quedé maravillado, no podía creer lo que estaba viendo. Luego la volví a ver y fui parando el reproductor y tipenado el texto a máquina. He vuelto a ese texto muchas veces y ha aparecido también en mis clases, en mis producciones.

Construir una comunicación, construirse en la comunicación.

-Cambiando el enfoque, pero dentro de la educación, algo que también conversamos con Gabriela Asinsten, quería saber tus apreciaciones sobre la cuestión de los nativos y los migrantes digitales.

-Yo colaboro con el Movimiento Los Sin Techo, un grupo de gente maravillosa, y en este aterrizaje forzoso en la cuestión digital, salió el tema. En el país hay niños que no tienen computadoras ni nada, ni siquiera un televisor. El concepto de nativos digitales deja fuera a un treinta o cuarenta por ciento de la población argentina. La otra cuestión tiene que ver con lo siguiente: con esa formación con la que ingresan al terciario, estarían en ventaja con respecto a nosotros, los mayores, los migrantes. Y eso hay que ponerlo en discusión. Lo que apareció en los 90 de la alfabetización tecnológica. Podemos hacernos la misma pregunta que mencione anteriormente, qué hiciste con la tecnología analógica como docente. Muchos docentes que venían trabajando maravillosamente con esta tecnología pasaron a la tecnología digital sin dificultades. Hay un analfabetismo más urgente que atender, es el analfabetismo pedagógico. Y cuando trabajamos con estudiantes que tienen conocimientos, que están alfabetizados tecnológicamente, los docentes necesitamos comunicarnos con ellos y para eso tenemos que producir textos para ellos, que sientan que se les habla a ellos, que se sientan convocados. Entonces por eso la importancia de construirse como docente en la palabra, en la comunicación, y también en lo tecnológico. Pero no todo lo resuelve lo tecnológico.

 -Cuando uno se encuentra en circunstancias de escribir, de reflexionar sobre su propia práctica, es una instancia importante de significación, uno se pone y se expone en el papel, se puede ver; pensar sobre el marco teórico, sobre lxs autores que nos acompañan. Ahí hay operaciones poderosas para la construcción como docente.

-Nosotros hacíamos un ejercicio en la formación en Pedagogía. Para el primer encuentro averiguábamos los nombres de las estudiantes y llevábamos un sobre para cada una con el nombre, y se los dábamos. El sobre traía el programa de estudio, pero narrado: Hola fulana, somos Ernesto y Daniel, y le contábamos el programa. Ellas nos contestaban de la misma forma, con cartas. Hay un problema también Claudio, yo encuentro mucha gente que se dedica a la docencia que está mal construida en el lenguaje, esto sin generalizar. Los textos no pueden ser escritos a toda carrera, además deben ser releídos. Para que los estudiantes no vayan leyendo a los tropiezos.

-La escritora Irene Vallejos dice que, a lo largo de la historia, la tecnología nos ha ofrecido otros espacios para la memoria. Han ido suplantando la memoria, dice que han modificado nuestra forma de pensar y de relacionarnos con la información. Vamos desarrollando capacidades relacionadas a dónde encontramos la información que necesitamos. Esto tiene que ver estrechamente con la formación académica.  

-Por estar trabajando para una organización internacional, en el 1986, 1987, accedí a una computadora Apple, nos dieron una para cada persona que trabajábamos para esa organización. Me cambió la vida. Para la escritura, para bien, y sobre todo por poder armar un depósito de materiales que puedo copiar y pegar y archivar, y eso como educador me ha hecho un bien inmenso. Otro punto a tener en cuenta: las noticias falsas que circulan. Tenemos una hija, Ana, que está trabajando en eso. Ahora en la Deustche Welle (canal alemán de noticias) va a salir un programa especial sobre este tema, el 30 de junio precisamente. La democracia de los crédulos. Es otro problema, estamos viviendo en una sociedad donde la vieja capacidad de creer y no indagar en lo que estamos creyendo se vuelve peligrosa. Lo que estamos viviendo, ¿no? La generación de tribus fascistas en distintos lugares, y todo un caldo ahí que se está cocinando, que ha llevado a Trump al poder… Como dice Aristóteles en La Retórica, el buen orador se aprovecha de lo que el hombre ya es. En ese ya es está lo mejor y lo peor.

-Estaba pensando en la dimensión pedagógica de esto en relación al concepto de conocimiento situado, y en la crítica a la escuela de homogeneización, de desatender justamente a las particularidades, y lo hacía en resonancia con la cita de Aristóteles. Con lo que lxs niñxs ya traen, ya son. Su vida, sus condiciones concretas de existencia, sus afectos. Hay un docente colombiano Omar Rincón,  que se ha dedicado a estudiar y reflexionar sobre las nuevas tecnologías en relación a la educación y a las identidades. Y con respecto a las tecnologías y la globalización, él piensa en la construcción de identidad ¿no? Y dice que en las escuelas más pobres el pone énfasis en abrir mundos, y que la tecnología permite esto, conocer lo que existe más allá de mi barrio. Y en las escuelas con estudiantes de mayor poder adquisitivo, con una mayor conexión con el mundo, siente que la tarea es conocer más el propio lugar, las diferentes condiciones de acceso a los bienes, la cultura, la música propia. Y advertir sobre la imposición de lo hegemónico, de los pensamientos hegemónicos, los cánones de belleza y demás.

-Pedagogía pura. Maravilloso. Nosotros decimos que el primer texto humano es su contexto. Ese contexto, a partir del nacimiento, te va a dar todo lo que te está formando. También ocurre que hay caminos y caminos en ese contexto. Uno puede ser criado por la palabra caricia o por la palabra que lastima. Hay mucho escrito sobre la niñez, y sobre esto que se podrá discutir un poquito, pero en general que la infancia es el destino ¿no? Y ahí vamos en esas oscilaciones que plantea Omar, cómo hago para conocer mi mundo, cómo hago para abrir mundo. Eso es mediar la cultura. Como decía ese poeta mexicano. Voy a mirar el mundo a través de ese agujerito, de esa manera lo veré más redondito. Tiene que haber una formación mínima cultural para hacer lo que dice Omar. Hay que estar bien parado culturalmente para trabajar así. Ese aspecto cultural es muy importante.

-No despojarse de lo afectivo, de lo vincular, como proponen ciertas recetas de la objetividad. Hay otras construcciones posibles; pienso en la propuesta de María Emilia López, tiene un texto muy interesante que se llama Didáctica de la ternura. Me acordé de este texto cuando hace un momento nombraste la obra de Restrepo. Ella dice, inspirada en otros autores, que la palabra en forma de sonido que viaja en la voz, en esa relación afectiva la palabra materna -o de quien cuida- va  formando una envoltura que protege al bebé. Un baño de palabras. Que los bebés aprenden a pensar con pensamientos prestados, con nuestros pensamientos. Qué pensamientos les ofrecemos entonces ¿no?

-No aprendemos palabras. Aprendemos lo que la palabra  trae en sí. Aprendo la palabra pájaro, pero esa palabra trae lo que sentí cuando conocí un pájaro, junto con las sílabas que fui aprendiendo, con los sonidos y el dibujo que hice. No aprendemos lenguaje, aprendemos relaciones.

Nos despedimos de Daniel Prieto Castillo, agradeciendo su tiempo para esta entrevista. Sobre el final nos cuenta que sigue dedicado a la formación docente -a través de la Especialización en Entornos Virtuales de Aprendizaje-, y a la escritura. Promete tenernos en cuenta e incluirnos entre sus contactos, con quienes comparte materiales. Y para empezar ya nos hizo llegar el libro Construyendo la clase virtual. Métodos, estrategias y recursos tecnológicos para buenas prácticas docentes, de Gabriela Asinsten, María Susana Espiro y Juank Asinsten, en el que Daniel participó presentándolo en el prólogo.
En el siguiente link encontrarán la edición digital 2020. 

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