Dos breves crónicas y un cuento sobre el ciclo menstrual.

 


Dos breves crónicas y un cuento sobre el ciclo menstrual.

por claudio barrientos


Cambios y resistencias.

Año 2014. Aparece en un muro, del lado izquierdo del acceso principal del IFDC de El Bolsón, un graffiti en el que se podía leer la frase “si quiero me toco el alma” y la imagen -de aproximadamente 1m x 1,50 m hecha con una plantilla- de una mujer con las piernas abiertas tocándose el clítoris. Estéticamente un bello trabajo, políticamente incorrecto y potente. No tardaron en hacerse oír las diferentes voces que dan cuenta de la heterogeneidad que habita este espacio de formación. Desde el informe protocolar por vandalismo, a palabras de elogio por la técnica; la indignación de algunes, la indiferencia de otres, y la oportunidad de muches para hablar de lo que no se habla. Al otro día la pared intervenida había sido nuevamente intervenida. “Por cierto al muro no le iría nada mal, una mano de pintura…” en menos de 24 hs había desaparecido el graffiti y el gran manchón blanco que lo cubría había traído calma a algunes, y muchas preguntas a otres. Desde el equipo directivo de entonces se convocó a un debate con estudiantes, por turno, por la mañana Artes Visuales y Nivel Inicial, por la tarde con estudiantes de Historia y Educación Primaria. Fui invitado a participar y me sumé al grupo de la mañana.

La imagen del graffiti se parecía a esta
ilustración de Marcela Peukert, artista local.
 

De las reacciones que la intervención sobre la pared provocó entre les estudiantes creí, en ese momento, que la del silencio era la más significativa. Aunque  no poder decir, o elegir no decir, no significa no tener opinión. Entre los argumentos que sí se pronunciaron, estuvieron quienes defendían el graffiti -como manera de expresión estética y política-, y quienes apoyaban la censura posterior poniendo como argumento “lo que van a decir los vecinos si permitimos que quede esa imagen a la vista, siendo que por esa vereda pasan las niñas y niños del barrio”. Cuando me invitaron a opinar sentí la libertad de decir que lo que más me preocupaba -y me preocupa hoy-, era -y es- con qué adulto o adulta va esa niña, cuál sería “la mediación” que realizaría esa persona para dar respuesta a una posible pregunta de un niño, si trataría de desviar la atención, o esgrimiría algún argumento con adjetivos (des)calificativos, o intentaría una explicación en favor del auto erotismo, o de de la libre expresión. Me interesa la idea de no cargar de prejuicios a las infancias, y propiciar una educación que tienda a una relación saludable con el propio cuerpo, de cuidado y de disfrute. Y de cuidado de las demás personas.

Conversaciones nuevas.



En marzo de 2021, después de una larga jornada colaborando con les danminificades por los incendios, me preparaba para volver a casa cuando una amiga me preguntó si no lo invitaba a su hijo de 10 años, a merendar y mirar dibujitos; luego lo pasarían a buscar. En Lago Puelo estaban sin energía eléctrica debido justamente a los incendios, y Beni extrañaba un rato de tele. Acepté con gusto. Una vez en en el auto, ni bien subimos a la ruta me preguntó:

—¿Te puedo decir algo?

—Claro, Beni –le contesté, pensando que me iba a a preguntar qué íbamos a merendar, o algo por el estilo. Me sorprendió cuando le escuché decir:

 —Viste que yo estoy pre adolescente…

—Claro, ya tenés 10… 

—Sí, y con mis amigos estuvimos investigando y no queremos. Es feo. Te crecen los huevitos y te salen pelos, te cambia la voz…

—Claro, son cambios fuertes…

—Sí, en la cara también, te sale barba... Igual… las que la pasan peor son las chicas, les sangra la vagina.

Estaba sorprendido por la charla, por la necesidad de Beni de contarme, por la soltura con que planteaba la incomodidad y la inquietud que le provocaba su entrada a la pubertad. Y me fui en el tiempo, pensando en mi infancia. Pude decirle que también tenía su parte buena crecer, cambiar, y que era lógico que los cambios lo inquietaran y le generaran expectativa; y no mucho más que eso. Tal vez si yo hubiera tenido otra información, otras lecturas, la charla con Beni hubiera sido más interesante, y le hubiera aportado otros puntos de vista acerca de las diversas identidades y los cuerpos menstruantes.  



Alegría para compartir.

Una mañana de octubre, también de 2021, vino a la biblioteca Ornela, ex estudiante del instituto que cursó la formación docente en Artes Visuales. Es hermoso para nosotres cuando, una vez egresades, les estudiantes vuelven a la biblioteca. La mayoría de las veces a buscar material, a organizar una visita para venir con algún grupo, o simplemente a saludar porque pasaban por acá. Y fue muy emocionante la visita de Ornela que venía a traernos el libro del que es coautora junto a su amiga Mag: El primer viaje de Luna, un cuento sobre el ciclo menstrual, editado por Chirimbote.  


Conversamos sobre todo lo que viene pasando en este tiempo en relación a la Educación Sexual Integral, la Ley, la necesidad de insistir en la transversalidad, los movimientos de resistencia como el “con mis hijos no”, las acusaciones de "ideología de género", las resistencias individuales, la militancia de los movimientos feministas y trans feministas, les docentes comprometides no dejando pasar oportunidad para seguir afianzando la ESI dentro y fuera de las instituciones. Nos acordamos de sus tiempos de estudiante, y de aquel graffiti, y las charlas que se generaron. Y dentro de todas estas idas y venidas, estos movimientos de fuerzas encontradas, la certeza de que vamos por buen camino. Ahora que escribo esto me imagino ese mismo encuentro, dibujado por Ornela en una viñeta, rodeades de libros, luciendo "puesta, la camiseta de la educación pública". Y otra viñeta en la que, gracias a una elipsis temporal y espacial, retomo la conversación con Beni, no solo con la información que recibí a través de El primer viaje de Luna, tal vez, y con suerte, con el tono y la sensibilidad que Ornela y Mag impregnaron en esas páginas.   



Para presentar el libro invite a sus autoras a que nos contaran acerca del proceso de creación, de la relación que cada una tiene con la lectura, con la escritura, con la creación de imágenes plásticas y literarias. Una consigna abierta a la que respondieron de la siguiente manera:

El primer viaje de Luna. Un cuento sobre el ciclo menstrual

Mag Autoraescritora

Esta es la primera vez que escribo un cuento para las infancias. Soy, desde niña, lectora apasionada de esa literatura. Pero esta es la primera vez que me pongo en el rol de escritora para niñes. Elegimos el género literario porque nos parecía que era una manera de recuperar las voces de niñas y adolescentes que tienen mucho para decir sobre sus experiencias con el ciclo menstrual. Para conocer esas experiencias -y como parte de mi tesis de Maestría en Comunicación y Cultura- realicé entrevistas a niñas cisgénero de entre 12 y 15 años. Todos esos relatos aparecen, fragmentados y “novelados”, en El primer viaje de Luna. Por eso decimos que las voces de Luna, Ana y Beni -las protagonistas del cuento- son eco de las voces de chicas reales que hablan del ciclo menstrual.



Esta experiencia de escritura fue, para mí, novedosa también en otro sentido. En el proceso de creación del libro, trabajamos textos e ilustraciones con una metodología de retroalimentación constante. No es que yo escribí el texto y se lo pasé a Ornela para que lo ilustrara. Teníamos una idea y un concepto: queríamos hacer un libro informativo para trabajar la educación menstrual integral. A partir de ahí, comenzamos a trabajar de manera colaborativa: qué queríamos decir, cómo queríamos decirlo, de qué manera queríamos mostrarlo. Armamos juntas el concepto, desde el texto y desde las imágenes. El proceso fue muy enriquecedor. Y el resultado, maravilloso. Estamos muy contentas con el libro.



Orne Autorailustradora

Creo que mi relación con las imágenes comienza por el placer de mirarlas, en un profundo sentido de aventura por desentramar sus contenidos, reflexionar con ellas. Siempre hay un gran asombro que se despierta al mirar una imagen, sea cual sea; foto, ilustración, video (imagen en movimiento) olas que veo cuando camino como;la esquina de una cuadra con un perrito sentado. Pero hay algo, en las mezclas (de cualquier tipo de lenguajes/disciplinas) que considero altamente poderoso para indagar en la representación de los símbolos, construir reflexiones, generar contenidos como los que buscamos con Mag para El primer viaje de Luna.


Los libros me parecen objetos maravillosos. La idea de abrir uno y encontrarse con una historia siempre llamó mi atención. Me gusta la cualidad de estar y no estar que pareciera tener el libro, porque puede estar cerrado sin decir nada, pero igual estar. Al abrirlo en vez una se encuentra con todo un mundo que sale de ahí como si nada, así de repente. Eso amo de los libros.Me gustó todo el proceso de trabajo, primero toda la parte de organizar el contenido, de dialogar con Mag, de mandarnos wapp y mensajes sobre lo que queríamos hacer. Entre los mensajes por el libro, también había mensajes de nuestras vidas, porque somos ante todo amigas, y entonces el libro nos acompañó en situaciones personales que no tenían nada que ver, nos cobijó. Los bocetos hechos a mano, mate o café de por medio, siempre compartiendo el proceso. Nos tomamos un año para hacerlo, lleno de reflexiones.



---à Para saber más nos encuentran en IG como @ornelaflora y @magrohatsch_ 



Comentarios

  1. Simplemente gratificante. Leer las experiencias que se fueron transitando y las formas que éstas pueden ir adquiriendo, crónicas, ilustraciones, un libro. Felicitaciones y gracias por compartir estas maravillas que acontecen.

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  2. Hermoso relato Claudio! Gracias por compartir

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  3. Gracias Claudio por esta reflexión tan sentida del libro, gratificante sentir que hay una red que nos ubica en el camino de abrir siempre mas los paradigmas estancos.

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