Epistemología y Feminismos - por Claudio Barrientos Agustinho

 


Epistemología y feminismos

por Claudio Barrientos Agustinho

 

“¿Cómo combinar la necesidad de construir una narrativa pública que al mismo tiempo permita recuperar la intimidad y la privacidad?” (Jelin, 2014: 158).” (p. 72)


Como lo expresa la docente investigadora y feminista, María Angélica Cruz Contreras, para quienes reclamamos otro mundo, otras maneras de pensarnos, de organizarnos, de acceder igualitariamente a los derechos humanos -que en la práctica poco tienen de universales-, la ciencia no da lo mismo. En la construcción del conocimiento científico las mujeres siempre ocuparon un lugar de subordinación, y antes de ser quienes investigaban eran más bien objeto de estudio; como sostienen muchxs feministas, la ciencia ha sido una empresa masculina.

Cuando los reclamos en contra del machismo, de la racialización, del empobrecimiento se hacen sentir, aparecen lxs expertos diciendo qué se puede hacer, qué es viable y qué no lo es. Esa expertise está directamente vinculada a un conocimiento también hegemónico y a su construcción. La ciencia es parte fundamental de los dispositivos que establecen y sostienen las condiciones de la vida pública y privada[1] de las personas. En la historia de las ciencias existe una tradición indudablemente masculina, esto no es una novedad. Esa hegemonía hoy, más que nunca antes, está en disputa, como lo está en otros ámbitos de nuestras vidas.  

Diana Maffía, filósofa e investigadora, lo dice de la manera siguiente:

“La expulsión de las mujeres en la ciencia (como en las otras construcciones culturales humanas) tiene un doble resultado: impedir nuestra participación en las comunidades epistémicas que construyen y legitiman el conocimiento y expulsar las cualidades consideradas “femeninas” de tal construcción y legitimación e incluso considerarlas como obstáculos. No sólo las mujeres, por cierto, han quedado fuera de estas comunidades. Muchas masculinidades subalternizadas por una subjetividad hegemónica también fueron expulsadas (no hay más que pensar en varones indígenas y afrodescendientes para comprobarlo)” (Maffía, 2014)

Sandra Harding

Como reacción y respuesta, como una herramienta poderosa para entender cómo operan y, por ende, cómo se pueden disputar la producción, la legitimación y la gestión de los saberes científicos, surge la epistemología feminista. (Cruz Contreras:2020)

Un componente fundamental del feminismo es la producción teórica de las mujeres, ya sean producciones académicas o por fuera de estas instituciones. Y como era de esperar, una de las críticas que surge desde el establishment es el de la falta de objetividad de estas producciones. Recordemos que hubo estudios realizados sobre las mujeres que determinaron que son impresionables, y por lo tanto no pueden ejercer como observadoras objetivas. Aprovecho para aclarar que en general, al usar el término “mujeres” nos referimos a identificaciones de género múltiples.

Me parece interesante tener en cuenta lo siguiente: los saberes feministas, que vienen ganando espacio en ámbitos diversos, han sido atados a los estudios de género, categorizados como saberes expertos. En este sentido nos encontramos ante una limitación que el propio feminismo se encarga de derribar; es parte de la disputa. Los feminismos trabajan en múltiples ámbitos –pensemos en las colectivas que acompañan y generan diferentes procesos, y movimientos como el Ni una menos-, impulsan subjetividades políticas que cuestionen lo establecido en diferentes esferas, “capaces de intervenir en las múltiples luchas de poderes que se dan entre cuerpos, prácticas e instituciones” (Richard, 2008, pág. 8)

En Latinoamérica se da en particular un feminismo activista, con presencia en las calles, en los barrios, formando parte de organizaciones, y que recupera esta experiencia en sus producciones teóricas. “Las feministas latinoamericanas comprometidas con la movilización social y política desconfían de la hipertextualización del cuerpo y de la sociedad que profesa el decontruccionismo académico; un decontruccionismo culpable, según ellas, de hacernos creer que lo real es puro artefacto discursivo y que el signo “mujer” no tiene más existencia lingüística.” (Richard, 2018, pg. 30)

Dau García Dauder doctor en epistemología, -que dicho sea de paso es un hombre transexual y en otro contexto esto no sería un dato relevante, pero en este sí lo es-, sostiene que los movimientos sociales en general y los feminismos en particular, han servido de correctivos epistémicos, han transformado las ciencias y han logrado que disciplinas como la psicología sean más rigurosas y más justas socialmente (aludiendo al concepto de strong objectivity de Sandra Harding). Me pareció un aporte interesante tener en cuenta los dos ejes que plantea Dauder para su trabajo: por un lado una línea más clásica que es la de recuperar mujeres de la ciencia y las aportaciones del feminismo a las disciplinas, y por otra parte la transexualidad y la violencia de los dualismos sexo/género y el activismo trans e intersex. O sea, por un lado el sujeto mujer para recuperar lo que la historia patriarcal de las ciencias ha invisibilizado, y por otro lado su deconstrucción para evitar la violencia de los dualismos (García Dauder:2019), atravesados también por jerarquías, que están en la base de todas las desigualdades. 


Violencia epistémica.

El conocimiento construido dentro del sistema sexo/género tiene en su genealogía la expulsión del paraíso y la sentencia parirás con dolor, y los aportes interesados de la ciencia, como decíamos más arriba, la medicina en sus diferentes especialidades, la neonatología, la obstetricia, la endocrinología, la psiquiatría, por citar algunas. En este trabajo tan breve no puedo repasar esta genealogía, pero me parece una marca fuerte el extenso ensayo El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, publicado en Francia en 1949. En él me interesó, en función de este trabajo lo que Beauvoir, podríamos decir, pone en evidencia y denuncia: algunas ideas arraigadas en la burguesía francesa, burguesía hipócrita como la llama ella, con respecto al mandato de la maternidad.

“El destino que la sociedad propone tradicionalmente a la mujer es el matrimonio. La mayor parte de las mujeres, todavía hoy, están casadas, lo han estado, se disponen a estarlo o sufren por no estarlo. La soltera se define con relación al matrimonio, ya sea una mujer frustrada, sublevada o incluso indiferente a esta institución.” (Beauvoir, 1999, pg. 373)

“Existen pocos temas respecto a los cuales la sociedad burguesa despliegue más hipocresía: el aborto es un crimen repugnante, y aludir a él es una indecencia. El que un escritor describa las alegrías y los sufrimientos de una parturienta, es impecable; pero si habla de una mujer que ha abortado se le acusa de revolcarse en la inmundicia y de pintar a la Humanidad bajo una luz abyecta: ahora bien, en Francia se producen todos los años tantos abortos como nacimientos. Se trata de un fenómeno tan extendido, que es preciso considerarlo como uno de los riesgos normalmente implícitos en la condición femenina.” (Beauvoir, 1999, pg. 464)

En el mismo párrafo habla de la persecución de las prácticas de abortos, y critica esto proponiendo que en cambio se destinen fondos a la Asistencia pública o en “niños mártires”, como se llamaba a las víctimas de abusos, nombra las tiranías de las casas de educación y los verdugos de niños de las residencias privadas. Y alude a la inequidad del sistema judicial, en el siguiente párrafo:  

“Preciso es advertir, por otra parte, que la sociedad, encarnizada defensora de los derechos del embrión, se desinteresa de los niños tan pronto como han nacido; se persigue a las mujeres que abortan, en lugar de aplicarse a reformar esa vergonzosa institución llamada Asistencia pública; (…) “y si se rehúsa admitir que el feto pertenece a la mujer que lo lleva en su seno, en cambio se consiente que el niño sea una cosa de sus padres; en el curso de la misma semana, acabamos de ver cómo se suicidaba un cirujano convicto de maniobras abortivas y cómo se condenaba a tres meses de prisión con sobreseimiento a un padre que había golpeado a su hijo casi hasta matarlo.” (Beauvoir, 1999, pg. 465)

Y sigue Beauvoir  dando ejemplos por el estilo.

Estas críticas a lo establecido, a lo impuesto, y todas las invisibilizaciones necesarias para su sostén, es la causa fundamental de los feminismos, deconstruyendo un aparato monstruoso.

Poniendo las cuerpas

 “El hecho central es que vivimos en un mundo en el que las tres dimensiones que conforman la definición clásica de familia (la sexualidad, la procreación y la convivencia) han sufrido enormes transformaciones y han evolucionado en direcciones divergentes.” (Jelín, 2020, pg.5)

Entendemos que el feminismo se va construyendo y deconstruyendo a medida que se vincula con otras luchas -como los movimientos contra la racialización, por ejemplo- y que del feminismo se fueron desprendiendo luchas más específicas; el sujeto político del feminismo va cambiando. En este sentido resulta imposible pensar cualquier proceso en el que aparezcan la desigualdad y la injusticia, sin tener en cuenta las relaciones entre género y acceso a los bienes materiales y simbólicos. Sin esta dimensión, la de la producción y la gestión de las economías, no podemos ir a la raíz de los conflictos. Muchas veces encontramos que en las instituciones educativas no se discute ni se piensan las políticas teniendo en cuenta cambios profundos en este sentido. Más bien hay una acción en la superficie del problema, en lo urgente, en los síntomas –por ejemplo hambre- y no en las causas estructurales del problema –distribución equitativa de los recursos, soberanía alimentaria, etc.

La Revolución de las Hijas

Todas las problemáticas que se abordan desde los feminismos, están contenidas dentro de la relación patriarcado/capitalismo, al menos pensando en occidente no es difícil entenderlo así.

“Estando de acuerdo con esto, me pregunto cómo pensar el oficio de investigar para abrirnos a compromisos políticos con causas comunes. Indico esto porque entiendo que la investigación feminista no lo es solo porque incorpora las herramientas analíticas del género, sino porque se funda en un compromiso político contra la opresión hacia las posiciones femeninas en sus diversas complejidades. Reconocer que epistemológicamente interferimos la realidad que investigamos, no solo porque coproducimos los “datos” en vez de “recogerlos”, sino también porque nunca somos sujetos desinteresados, puede abrir un espacio para incorporar legítimamente nuestros compromisos ciudadanos. Mi consigna no se me ocurrió en un acto en solitario, sino desde un compromiso feminista colectivo que aboga por privilegiar las agencias femeninas y no solo la victimización.” (Cruz Contreras; 2018.p.70)

Cuando ponemos en foco el cumplimiento de los derechos humanos, cuando ofrecemos cifras precisas recabadas en acciones concretas, se alzan las voces negacionistas con argumentos, la mayoría de las veces, basados en prejuicios. Veamos rápidamente los datos relevados de UNICEF, de Amnistía Internacional,  del Ministerio de Salud de la R. A. y de sus propias prácticas y sistematizaciones por la Colectiva Socorristas en Red.[2]

“En la Argentina, cada tres horas una nena de entre 10 y 14 años atraviesa un parto. El 80% de los casos de embarazos en niñas es producto de abuso sexual intrafamiliar, según  el estudio Embarazo y Maternidad en Adolescentes y menores de 15 años elaborado por Unicef Argentina."

“Según datos oficiales hay 700.000 nacimientos por año, de los cuales más de 3000 son de niñas menores de 15 años. Sólo en 2017, 2493 niñas se convirtieron en madres, 506 tenían entre 10 y 13 años, mientras que en 1987, apenas 14. En 2015, se registraron 45.968 egresos hospitalarios por causas relacionadas con abortos, de los cuales 414 fueron en niñas entre 10 y 14 años, según últimos datos disponibles del Ministerio de Salud.”

Es interesante ver cómo están ligados el capitalismo y el patriarcado, los cambios de la estructuración de las familias y su carácter productivo, afectados por las crisis económicas y la necesidad de adecuarse; al mimo tiempo hay un acompañamiento desde la adquisición de derechos que se traduce en nuevas legislaciones –aunque es notable el fuerte desfasaje entre lo que los Estados reconocen, la diversidad de lo que acontece, y la legislación que muchas veces, para usar una imagen retórica, es letra muerta.- Es por momentos desconcertante ver que la  incorporación de  derechos a la legislación, a su reconocimiento y reglamentación documentada, lleve años de evasivas y dilaciones, y que las conquistas más contundentes se logran con la gente movilizada, ocupando plazas y calles. Vuelve a resonar la cita de Nelly Richard que hice antes, cuando dice “múltiples luchas de poderes que se dan entre cuerpos, prácticas e instituciones”. Claramente los cuerpos y las vidas las ponen las mujeres y las llamadas “sexualidades periféricas”. (Fonseca-Hernández & Quintero-Soto, 2009, p. 44, En Gros:2016)

 

 

Bibliografía - Referencias

Cruz Contreras, M. A. (2018). “Epistemología feminista y producción de testimonios de mujeres sobre la dictadura en Chile: redirigiendo el foco a la posición de la investigadora”. Revista Prácticas de Oficio, V.1 Nº 21, junio-diciembre 2018, pp.65-75

Felitti, K. (comp.), (2011). Madre no hay una sola. Experiencias de maternidad en Argentina. Buenos Aires: Ediciones CICCUS.

García Dauder, D. (2019) Epistemologías del fuera de campo: Repensando los procesos de investigación. Conferencia en el marco del Curso de Posgrado "Investigación en Psicología Social, epistemologías feministas" , Facultad de Psicología. Universidad de la República. Uruguay.

Gros, A. (2016). Judith Butler y Beatriz Preciado: una comparación de dos modelos teóricos de la construcción de la identidad de género en la teoría queer. Revista Civilizar Ciencias Sociales y Humanas, 16(30), 245-260.

Harding, S. (1996) Ciencia y feminismo. Madrid. Ediciones Morata.

Jelín, E. (2010). Pan y afectos. La transformación de las familias. Versión revisada y aumentada. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Maffía, D. (2014) Epistemologías feministas: La subversión semiótica de las mujeres en la ciencia. Revista Feminismos. Vol.2, N.3 Set., 103-121.

Richard, N. (2018) Feminismo, género y diferencia(s). Santiago de Chile. Palinodia.



[1] “En tercer lugar, privacidad y derechos privados hacen referencia a la esfera íntima, familiar y doméstica. En su origen, la familia burguesa estaba cruzada por la tensión entre la autoridad patriarcal y las concepciones de igualdad en el mundo político público. Las relaciones de poder en la esfera íntima eran temas privados, fuera del alcance de la discusión sobre los principios de justicia que gobernaban el mundo público. En verdad, gran parte de la teoría política trabaja sobre la esfera pública, donde se puede partir de un principio abstracto de igualdad y, de ese modo, olvidar las desigualdades y jerarquías de poder en la esfera privada familiar. El movimiento de mujeres transforma estos asuntos privados en asuntos públicos referidos a principios de justicia, equidad e igualdad. En ese proceso, la línea que divide lo privado y lo público, tanto como la distinción entre el alcance de la justicia y la buena vida, comienzan a ser renegociadas. Es a esta renegociación de límites a lo que se refiere el slogan “lo personal es político”. Jelin, E. (2020) Repensar binarismos: lo público y lo privado. IDES.

[2] Los datos actualizados de acompañamiento a mujeres y niñas en la interrupción de embarazos no deseados, en Argentina, se pueden encontrar en la página oficial de Socorristas en Red, además de los materiales que se pueden descargar para el trabajo sobre la campaña #Niñas No Madres; el link: http://socorristasenred.org

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